Ha habido pocas películas que me hayan gustado tanto como esta. Y la suerte
fue que la vi de sorpresa, y a pesar de verla primero en francés me gustó tanto
que la he visto unas cuantas veces más en español. (No tiene pérdida, es
genial). La película es un claro ejemplo del gran poder de la imaginación en la
mente de las personas. El simple hecho de la existencia de una realidad
modificada por el deseo de la mente de querer cambiar las cosas es el punto
principal sobre el que gira el guión de esta película.
Esta película de Jean-Pierre Jeunet cuenta la historia de Amelie, una chica
que no destaca por ser como el resto, pero tampoco es que destaque por ser
diferente. Su vida es una vida normal. Trabaja como camarera pero su entorno es
cuanto menos original. Tiene un vecino que sólo ve el mundo a través de una
reproducción de un cuadro, otro que es un “hombre de cristal”, un frutero cruel
con su simpático mozo… Pero algo en Amelie cambia cuando conoce a un joven
llamado Nino con dos trabajos un tanto peculiares (Fantasma de una atracción de
feria y en un sexshop). Nino colecciona las fotos perdidas de los fotomatones y
anda detrás del “modelo” de una de ellas.
Pero sin duda, Amelie es la importante de todo esto. Es una chica muy
observadora, deja volar su imaginación y le gusta llenar de buenos sentimientos
a la gente, pero sin que ellos lo sepan. Intenta recuperar sus cosas perdidas,
reencuentros entre personas siempre desde un segundo plano ya que su vida se
basa en hacer cumplir los sueños de los demás.
Lo que más me gustaría es
que con esto os entrase una ligera curiosidad y disfrutaseis de una gran
película, del cine francés y de la preciosa banda sonora que tiene. Y sobre
todo, dejad volar vuestra imaginación desde el primer segundo de película: 3…2…1…
Henar G. Pau.
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